http://es.scribd.com/doc/30078287/Estudio-de-Madame-Bovary
I dues cosetes més (en cas que volgueu seguir ampliant sobre el tema), un parell d'autors coneguts que parlen sobre aquest llibre: Vargas Llosa i Vladimir Nabòkov.
Vladimir Nabòkov a Curso de literatura Europea
"Emma Bovary és intel·ligent, sensible, relativament culta, però té un esperit superficial: el seu encant, bellesa i refinament no anul·len el fatal filisteisme que hi ha en ella. Els seus somieigs exòtics no li impedeixen ser en el fons una burgesa provinciana, aferrar-se a les idees convencionals o violar aquest o aquell altre convencionalisme, i l’adulteri és la forma més convencional d’elevar-se per sobre d’allò convencional.
Charles també és un filisteu, però
també és un ésser humà patètic. El que troba en Emma és curiosament el que la
pròpia Emma cerca i no troba en els seus somiegs romàntics. Charles percep en
Emma un encant, luxe, poesia… A més, el seu amor per Emma és un sentiment real,
profund i veritable, en absolut contrast amb les emocions frívoles o brutals
que experimenten Rodolphe i Léon, els seus amants vulgars i infautats. La
persona més insulsa i inepta del llibre és l’única redimida per l’amor que
professa a Emma, tant en vida com morta.
Emma és falsa, mentidera per
naturalesa. La seva vulgaritat intel·lectual no és tan evident com la d’Homais,
però tots dos tenen alguna cosa en comú. Els aspectes pseudoprogressistes
d’Homais tenen el seu contrapunt en el caràcter pseudoromàntic d’Emma. En Emma,
però, la vulgaritat i el filisteisme queden velats per la seva gràcia, la seva
astúcia, la seva bellesa, el seu poder d’idealització i pel fet que la seva
vida acaba en tragèdia humana."
Mario Vargas-Llosa a La orgía perpetua. Flaubert y Madame Bovary. Alfaguara.
"La rebeldía, en el caso de
Emma, no tiene el semblante épico que en el de los héroes viriles de
la novela decimonónica, pero no es menos heroica. Se trata de una rebeldía
individual y, en apariencia, egoísta: ella violenta los códigos del
medio azuzada por problemas estrictamente suyos, no en nombre
de la humanidad, de cierta ética o
ideología. Es porque su fantasía y su cuerpo,
sus sueños y sus apetitos, se sienten aherrojados por la sociedad, que Emma sufre, es adúltera,
miente, roba, y, finalmente, se
suicida.
Su derrota no prueba que ella
estaba en el error y los burgueses de Yonville-l'Abbaye en lo cierto, que Dios la castiga por su crimen, como sostuvo en el juicio Maitre Sénard, el
defensor de la novela (su defensa es
tan farisea como la acusación del Fiscal Pinard, secreto redactor de versos
pornográficos), sino, simplemente, que la lucha era desigual: Emma
estaba sola, y, por impulsiva y sentimental, solía
equivocar el camino, empeñarse en acciones que, en última instancia, favorecían al enemigo (Maitre Sénard, con argumentos que debió poner en su boca el propio Flaubert, aseguró en el juicio que la
moraleja de la novela es: los
peligros de que una muchacha reciba una
educación superior a la de su clase). Esa derrota, fatídica por las condiciones en que se planteaba
el combate, tiene ribetes de tragedia
y de folletín, y ésa es una de las mezclas a las que yo, envenenado,
como ella, por ciertas lecturas y espectáculos de adolescencia, soy más sensible.
Pero no es sólo el hecho
de que Emma sea capaz de enfrentarse a su medio —familia, clase,
sociedad—, sino las causas de su enfrentamiento lo que fuerza mi admiración por su
inapresable figurilla. Esas causas son muy simples y tienen que
ver con algo que ella y yo compartimos estrechamente: nuestro incurable
materialismo, nuestra predilección por los placeres del cuerpo sobre los del
alma, nuestro respeto por los sentidos y el instinto, nuestra
preferencia por esta vida terrenal a cualquier otra.
Las ambiciones por las que Emma peca y muere son aquellas que la
religión y la moral occidentales han
combatido más bárbaramente a lo largo de
la historia. Emma quiere gozar, no se resigna a reprimir en sí esa profunda
exigencia sensual que Charles no puede
satisfacer porque ni sabe que existe, y quiere, además, rodear su vida de elementos superfluos y gratos, la
elegancia, el refinamiento, materializar en objetos el apetito de belleza que han hecho brotar en ella su imaginación, su
sensibilidad y sus lecturas. Emma quiere conocer otros mundos, otras gentes, no acepta que su vida transcurra hasta el fin dentro del horizonte
obtuso de Yonville, y quiere, también, que su existencia sea diversa y exaltante, que en ella figuren la
aventura y el riesgo, los gestos
teatrales y magníficos de la generosidad y el sacrificio. La rebeldía de
Emma nace de esta convicción, raíz de todos sus actos: no me resigno a mi
suerte, la dudosa compensación del más allá no me importa, quiero que mi vida se realice plena y total aquí y ahora. Hay sin duda una quimera en el corazón del destino ambicionado por Emma, sobre todo si se lo
convierte en patrón colectivo, en proyecto humano. Ninguna sociedad podrá
ofrecer a todos sus miembros una existencia
semejante, y, de otra parte, es evidente, para que la vida en comunidad sea posible, que el hombre
debe resignarse a embridar sus deseos,
a limitar esa vocación de trasgresión
que Bataille llamaba el Mal. Pero Emma representa y defiende de modo ejemplar
un lado de lo humano brutalmente negado por casi todas las religiones, filosofías e ideologías, y presentado por ellas
como motivo de vergüenza para la
especie. Su represión ha sido una
causa de infelicidad tan extendida como la explotación económica, el
sectarismo religioso o la sed de conquista
entre los hombres. Al cabo del tiempo, sectores cada vez más amplios —ahora
hasta la Iglesia— han llegado a
admitir que el hombre tenía derecho a comer, a pensar y expresar sus ideas libremente, a la salud, a una vejez segura. Pero todavía, como en los
tiempos de Emma Bovary, se mantienen
los mismos tabúes —y en esto la
derecha y la izquierda se dan la mano— que umversalmente niegan a los hombres el derecho al placer, a la realización de sus deseos. La historia de Emma
es una ciega, tenaz, desesperada rebelión contra la violencia social que sofoca ese derecho."
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada